En la cabeza del ser humano suceden infinidad de cosas,
incluso en la de aquellos que uno piensa que es imposible que suceda algo, una
de esas cosas es la comunicación que existe entre las neuronas, las neuronas
son las células que componen el cerebro, prácticamente gracias a ellas
pensamos, odiamos, amamos en ellas esta nuestra alma.
Pues estas células tienen un peinado muy particular andan
con el cabello como recién levantado, sus cabellos se llaman dendritas y se
comunican gracias a ellas, a veces esta comunicación no es tan buena y se hace
lenta, los mensajes que van de una dendrita a otra no viajan por el aire como
nuestras palabras, viajan por un líquido que está lleno de muchos químicos,
estos se llaman neurotransmisores, y a veces los químicos no funcionan bien y
es ahí donde los mensajes no llegan como deberían llegar.
Esta falla en la señal produce en el ser humano muchos
problemas, pero el más común de todos es un que se llama: depresión. Como te lo
estás imaginando yo sufro de esa enfermedad, desde hace más de 10 años me la
diagnosticaron y hay momentos en que se vuelve más fuerte hasta el punto de
hacerme perder todo interés por la vida.
El sábado 9 de julio a las nueve de la noche presente una
crisis depresiva, desde hacía varios días había sentido los síntomas que se
avecinaba una fuerte tormenta, intente hacer varias cosas pero parece ser que
una vez se desata no hay nada que pueda
detener una crisis.
De pronto hubo factores que hicieron que la tormenta se
volviera huracán: hace siete meses estoy desempleado estoy siendo mantenido por
tu madre y me siento un completo inútil, vivo en un lugar en donde las personas
prefieren matar antes que disfrutar de una sinfonía de Mozart, a pesar de estar
casado siento una pesada soledad a cuestas.
Mis neuronas comenzaron a enlentecer su comunicación, cada
vez era más difícil concentrarme, más difícil pensar, se me fueron las ideas,
los afectos y me fueron quedando pocas cosas en mi cabeza hasta que por ultimo
solo me quedo un mensaje en el contestador, un mensaje que se repetía una y
otra vez: “Quiero morirme” sonaba en mi cabeza de una manera obsesiva, invasiva;
una idea muy fuerte que saco de la casa otras ideas, incluso ideas muy
importante como aquella que me recuerda que te amo.
Aquel sábado tu madre y tus abuelos que estaban de visita se
fueron a dormir temprano, dejándome en frente a la pantalla del computador,
acompañado de listas de reproducción de youtube y a las nueve de la noche se
desato lo imparable: primero empecé a llorar y fueron un par de horas en que se
escurrían por mi cara lágrimas y más lágrimas, después cuando no soporte más me
quise matar.
No te diré la forma, ni lo que pasó después, solo te quiero
contar que en ese momento mi vida se quebró. En ese momento se abrieron dos
realidades, una en la que yo morí y otra en la que viví. Si estás leyendo esto
es porque sos la Dharma de la realidad en la cual viví, lamento mucho lo que
debe estar pasando en estos momentos la Dharma de la realidad en la que yo
morí.
No ha sido fácil sobrevivir a esa experiencia, lo que paso después
fue muy confuso y aún no he sido capaz de ordenar las ideas como para podértelas
contar, espero algún día hacerlo. He sentido soledad y abandono estos días, el
dolor de estar vivo me acongoja hasta el punto que debo hacer un esfuerzo muy
fuerte para recordar que escogí vivir.
Hay momentos en que voy por la calle y me siento tan solo
que tengo ganas de desaparecer, a veces voy caminando y siento el deseo de
hacerme daño y me toca que recoger alguna piedra de la calle o algún vidrio y
me lo meto en la boca y lo muerdo hasta que me destrozo el paladar y luego
llegar a la casa y tu madre me pregunta cómo me fue y le contesto que bien, ¿que
como esta ella?
La verdad no sé si pueda sucumbir a este momento de mi vida,
siento que estoy en el ojo de la tormenta y no sé cómo podrá terminar esto. Hay
amigos y personas que me recriminan el hecho de no pensar en ti a la hora de
tomar una decisión, me gustaría hacerlos entender que no soy yo, que es algo más
grande que me sobrepasa. Vienen me dan consejos, algunos en su inmensa sabiduría
me dicen que no lea, entre ellos tu mamá, ¿te imaginas yo sin leer?, eso es
como si le quitaran la tierra a una planta, los libros son mi alimento y
sustento donde se aferran en muchas ocasiones mis raíces.
Estoy haciendo un gran esfuerzo para verte crecer, para
verte ser alguien especial. Alguna vez Bukowsky le dijo a una mujer que ella
era magia pero también era locura, Solo por eso me he resistido a sucumbir por
verte ser magia y locura; no te conviertas en esa mujer que anda comprando cosméticos
por revistas, quiero que te conviertas en esa persona que hace especial una
tarde de lluvia, haz que valga la pena el esfuerzo de vivir, aunque sea solo
por hoy.