QUERIDA DHARMA...
Yo no quiero que llenes mis paredes de medallas, trofeos o
diplomas, si llegan serán bienvenidos y si no, no harán falta.
No quiero educarte para el éxito, no quiero ser de esos
padres que te reclamen el primer puesto en el colegio. El éxito en la vida es tan esquivo que por
cada medalla de oro en los olímpicos hay miles de buenos atletas, decepcionados, que al otro día de la premiación
se levantaran a entrenar nuevamente; por cada país que se embriaga celebrando la
copa del mundo hay miles de futbolistas que al otro día se ponen los tenis
remendados, van a una cancha de tierra a patear por horas un balón soñando con
estar siquiera entre en el puesto 300 de
la clasificación.
No niego que hay personas que saltan de éxito en éxito en su
vida, parecen miquitos columpiándose de árbol en árbol, pero que sucede cuando
una rama de esas no soporta el peso de su ego? Terminan en el suelo con pocas
posibilidades de caminar. No es acaso más
grande aquel que todos los días se cae y todos los días se levanta?, no es más
guerrero aquel que ha probado el sabor de la derrota y aun así, herido,
decepcionado, se levanta para seguir dando la batalla.
El éxito, la fama, la grandeza es esquiva y es ingrata a muy
pocos hombres les es concedida y dentro de esos son menos los que son
acompañados hasta la tumba por esta, y menos aun los que mas allá de la muerte
son cobijados por la grandeza. ¿Dime como se llamo el medallista de oro, en
cien metros planos, de Barcelona 92? Buscándolo en Google me demore diez
minutos, se ves, ¡la historia lo ha olvidado!. Nosotros no recordaríamos a
Michael Pherb si no fuera porque sus escándalos
llegaron al pódium de su éxito, o a Jesse Owens por su irreverencia, a si es la
gloria hoy te lisonjea y mañana te envía el mas gélido de los olvidos.
Quiero educarte para el fracaso, quiero que entiendas que por
cada éxito hay mil fracasos y que el fracaso es lo más seguro que vas a tener
en tu vida. Date la posibilidad de fracasar, prueba la derrota, permítete conocer
lo que es errar, eso está bien, yo tengo 36 años y aun no he conocido lo que es
que alguien me felicite o que alguien me dé un premio, lo único que no debes
permitirte es acomodarte en el fracaso, no te quedes a dormir ahí; visítalo, salúdalo
pero no pases la noche en su casa. Créeme el fracaso es un buen consejero, pero
es el peor de los anfitriones, nunca te perdonara que vivas en su casa, te
cobrara la renta y la pagaras con sangre o con tu vida; pero no te preocupes el
éxito, el cual es hermano del fracaso, no es menos bondadoso.
Te dejo con esta frase que en estos días leí y que me
inspiraron para escribirte esto:
Si sueñas, pero el sueño no se vuelve tu rey
Si piensas y el pensar no mengua tus ardores
Si el triunfo y el desastre no te imponen su ley
y los tratas lo mismo como dos impostores
Si piensas y el pensar no mengua tus ardores
Si el triunfo y el desastre no te imponen su ley
y los tratas lo mismo como dos impostores
RUDYARD KIPLING
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