Querida Dharma.
Hace unos días me encontré con un personaje de Ocaña, Al que llaman Ospina,
desde hace unos años atrás no tenemos la
mejor de las relaciones, en lo mas profundo de mi sé que no me estoy perdiendo
de nada al no hablar con él, todo lo contrario me estoy haciendo un bien para
mi alma y mi espíritu; pues como te decía al encontrármelo me grito, tratando
de hacerme daño con cada una de sus palabras, “como estas de barrigón” y yo
actuando en defensa propia, y recordando un chiste le conteste: “lo barrigón se
me quita con gimnasio pero tu estupidez no se quita con nada”
En mi vida me han llamado de muchas formas, recuerdo que mi
profesora de español de 8 grado me dijo alguna vez: “caminas como vaquero”, en
ese tiempo era normal que los profesores fomentaran el bullying entre los
alumnos, esa frase que me lanzo ella me acarreo que me pusieran un sobrenombre
durante todo ese año y que para quitármelo terminara rompiéndome la nariz con
otros niños, todo gracias a la creatividad de aquella mal llamada educadora.
Todas los sobrenombres que recibí durante mi adolescencia
por ser gordo, por no caminar como los demás, por tener una mente muy
imaginativa llevaron a que a mis catorce años me dedicara a ingerir licor y
fumar, a los 15 años era un ser solitario que se refugiaba en escuchar música y
encerrarse en su cuarto para protegerse de los títulos que las personas me
ponían.
Fui creciendo y mi mal carácter, mi agresividad se
convirtieron en escudos para protegerme de la forma en que las personas me
llamaban, nunca desaparecieron los adjetivos para mi, pero la gente los lanzaba
con un poco mas de mesura.
Cuando me fui a vivir a Medellín, los paisas me decían
Costeño por mi acento, a mi me molestaba pues era claro, por lo menos para mi,
que mi acento difería mucho al de los costeños.
Después de graduarme de la universidad la gente comenzó a
llamarme “Doctor”, ese titulo me molesto mas que cualquier otro que hubiera
tenido en mi vida, algunas personas no han entendido que no soy doctor, que me
faltan muchos años de estudio, los cuales no pienso cursar, para llegar a tal
dignidad. Algún profesor amigo me dijo una vez ¿sabes quienes viven de los
cartones*? Los recicladores, no te conviertas en un reciclador acumulando
cartones para poder hacer su cambuche**
Con el tiempo se me fue cayendo el cabello y junto a los
apodos por mi gordura se fueron juntado los sobrenombres por mi calvicie, pero
para este momento de mi vida poco ya me
interesa y yo mismo me hago burla de mis condiciones, algunos dirán que es
resiliencia yo pienso que mas bien es un tipo de mecanismo de defensa que me
hace parecer a mi agresor.
Si supieras lo mucho que disfruto cuando la gente me llama
por mi nombre o por mi apellido materno, para mi es el mayor respeto o dignidad
que me pueden dar, a veces es tan raro que alguien me llame por el nombre que
cuando lo hacen no volteo a ver quien me esta llamando.
El 29 de diciembre del 2016 a esto de las 3 de la tarde paso
algo muy curioso, yo llevaba seis meses por fuera de la casa, sin ver a tu mamá
y a ti, y cuando llegue saliste a la puerta y me recibiste con un gran: PAPAAÁ;
Como te venia contando a mi me han llamado de muchas formas en la vida pero la
forma que le dio realmente sentido a mi existir se los diste tu con esa
palabra; una palabra tan vacía de significado cuando la aprendí en mi lejana
niñez, por no tener a quien decírsela, retumbo en mi haciendo desmoronar cada defensa
que había impuesto para ser alguien duro y fuerte, esa palabra me volvió humano,
buena razón tenia Don Antonio Machado cuando dijo
“Dicen que el hombre no es hombre mientras no oye su nombre
de labios de una mujer”
*En Colombia se llaman “cartones” a los diplomas de las
titulaciones
** Cambuche: Vivienda