domingo, 12 de julio de 2015

HERENCIAS

Si te hablara del Conde de Siruela, muy seguramente pensaras que te estoy hablando de algún nuevo tipo de Nutella,  pero el Conde de Siruela fue uno de los hijos que tuvo la Duquesa de Alba. Antes de contraer  nupcias (con este completaba tres matrimonios) con Alfonso Diez la Duquesa decidió repartir sus bienes entre sus hijos, les entregaba el dinero pero ella lo iba a seguir usando: algo así como te lo doy pero te lo guardo porque tu eres muy tonto para que los uses. Pues el Conde de Siruela, hijo de María del Rosario Cayetana Fitz-James Stuart y Silva- Mejor conocida como la duquesa de Alba- salió de pelea con su madre y no le volvió a dirigir nunca mas la palabra; en el 2014 murió la Duquesa dejándole a su hijo unas cuantas fincas rurales, en todo caso este personaje ya tiene su fortuna que ha logrado a través de su editorial Siruela.
Creo que tu y yo nunca tendremos este problema, carezco de dinero, propiedades, finca raíz, obras de artes, joyas, acciones de la bolsa; no compro loterías, ni participo de rifas y no tengo una anciana tía millonario que piense heredarme una inesperada fortuna, eso es asi en este momento y probablemente sea asi cuando se llegue la hora de irme de este mundo.
Igual no me preocupa, al igual que Steve Jobs, yo pienso que lo mas importante no es ser el muerto mas rico del cementerio sino poder pasar por este mundo y por lo menos hacer algo realmente bueno.
Cuando yo tenia como ocho años mi abuelo me regalo un frasco lleno de monedas, no creo que hubiera ninguna moneda valiosa, tan solo recuerdo una hermosa moneda francesa a la cual en un arrebato de estupidez adolescente le abrí un hueco y me la colgué del cuello; fui muy poco cuidadoso con esa colección y la termine perdiendo, hasta mucho anos después he podido entender el valor que tiene un recuerdo del pasado en forma de objeto, por eso he comenzado una colección de monedas de diferentes partes del mundo para regalártelas cuando tengas siete años y así de alguna forma, la cual no sé si funcionara o no, poder resarcir mi falta de cuidado. Espero poder encontrar aquella rara moneda francesa y entregártela junto al resto de monedas.
Dentro de esta pobreza franciscana que te estoy ofreciendo, y esta resignación estoica, anhelo poder ofrecerte una muy discreta herencia.
Te quiero dejar para cuando yo me haya ido:
El recuerdo de muchos amaneceres a tu lado
Poder enseñarte el gusto por los gatos, y  como cambiarles el peinado con solo doblarles una oreja.
Como hacer leche condensada revolviendo leche en polvo con azúcar
Te quiero dejar esa cantidad inútil de libros, en especial aquel viejo libro que tiene los cuentos de Oscar Wilde, que compre un domingo en la tarde en Medellín.
Mis cds de música, quiero que conserves, mi pequeña colección de jazz
Quiero que me recuerdes como el primer hombre que invitaste a cenar dándole de comer unas deliciosas tortas de tierra decoradas con hojas del jardín.
Mi colección de estampillas de la década de los cuarenta.
Las historias de mi abuelo para que tu los conserves y se las cuentes a tus hijos.
La ternura áspera de mi abuela .
El sabor acido de los tréboles
Lo delicioso que es el olor del pan recién horneado
La foto de mi abuelo con su traje de militar.
El amor que le tengo a tu madre.
Un montón de “no hagas eso”
Los cinco vinilos originales de los Beatles de la época de los sesenta.

Y asi espero ir sumando objetos, recuerdos, sentimiento para entregartelos el dia que yo me vaya y de alguna forma tratar que mi recuerdo se quede prendado a ellos, pues ese es el valor de los objetos, el recuerdo de las personas, los valores comerciales son efímeros y cambiantes y los que aprecian las cosas por su costo nunca aprecieran lo hermoso de la vida.